Los milagros en navidad ciertamente existen. Y seguramente, como afirmara Jorge Altamira, solo entendible a partir del esfuerzo humano por lograr su realizacion. El espiritu navideño, pasando por encima del consumo, de los corchos que revientan ojos, de la pirotecnia que extravia nuestras mascotas, de la angustia que evoca a los que ya no estan, se hace fuerte en la intencion humana de quienes llenan el espacio vacio entre una fecha pagana y la propuesta careta de reventar la zapan de alegre borron y cuenta nueva. Terminada la fiesta, vuelve el rico a su riqueza y el pobre a su pobreza, pero a veces la historia oculta por olvido adrede, nos advierte que los que nos venden noches de paz son tambien los que venden una guerra de trincheras. Averigue primero y por su seguridad, quien le vende petardos a sus hijos, y tambien los villancicos.
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